sábado, 2 de noviembre de 2019

CUANDO LA VERDAD ES INCÓMODA

CUANDO LA VERDAD ES INCÓMODA
-FELIPE SAMARÁN

“Donde todo el mundo piensa igual nadie piensa mucho”, sostenía Walter Lippmann. Cierto es que, como periodista, crítico de medios comentarista político, y filósofo, se refería a ese pensamiento que se genera alrededor de ideas y acontecimientos que no están sujetos a la comprobación científica de la ciencia.
Lippmann, apuntaba así, la necesaria autonomía social, valentía personal y esfuerzo intelectual que exige el pensar de manera distinta a lo que el entorno da por supuesto sin cuestionamiento alguno.
Argumentaba que todos, periodistas incluidos, estamos más dispuestos a creer las imágenes mentales preexistentes (“the pictures in our heads”) que a llegar a un juicio por el pensamiento crítico.
Entendió, rápidamente, que la verdad podía ser un “constructo elaborado por el mass media” y no necesariamente un reflejo de la realidad. Porque también sabía que “la masa del público lector” (no digamos ya el público que no lee) no está interesada en investigar y aprender.
La gente está demasiado centrada en sí misma como para preocuparse de los asuntos públicos y políticos, salvo que le toquen directamente su bolsillo o su confort personal.
“Un pensamiento independiente es un lugar solitario y ventoso. Esforzarte en pensar por ti misma puede llevarte a más de un error, pero ampararte en las ideas de un grupo no sólo no te salva de las equivocaciones, sino que además las pifias compartidas tienden a enquistarse y enconarse, de manera que los errores colectivos a menudo terminan convertidos en dogmas, y sus seguidores, en fanáticos. La unanimidad en el pensamiento es muy confortable, desde luego; pero se da la circunstancia de que cuanto más unánime es, menos reflexión permite”.[1]
Así apuntalaba Rosa Montero sin saberlo ni pretenderlo el pensamiento de Lippmann. Lo que une a ambos periodistas y escritores, separados medio siglo en tiempo, es su voluntad de enfrentarse a la narración crítica y analítica de la realidad buscando desvelar la verdad de esta, aunque el resultado de su estudio desemboque en conclusiones contra el pensamiento confortable y mayoritario.
“En tiempos de engaño global decir la verdad es un acto revolucionario” planteaba George Orwell, a lo que seguramente respondería Mark Twain que “es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados”. Y es que “a veces la gente no quiere escuchar la verdad porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas”, y así lo verbalizó Nietzsche.
Uno de los mayores temores del ser humano es diferenciarse del resto por el temor a no ser aceptado. Así lo evidencia el interesantísimo experimento social que condujo a enunciar en 1951 el “Síndrome de Solomon”[2] por el reconocido psicólogo estadounidense Solomon Asch. “La conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría”. Y, en este caso, da igual que la evidencia apunte indudablemente lo contrario."